Hace unos días, una amiga me escribía diciendo que tenía un cacao maravillao que quería compartir conmigo. Lleva un tiempo con una persona, pero aun no han tenido ninguna conversación sobre el tema y eso le produce cierta “incertidumbre” podríamos decir… Esa persona hizo algo que le molestó y el cacao principal era que no sabía si decirle algo o no. Porque claro, “no son nada”, entonces sentía que no tenía derecho a decirle nada sobre lo que le había hecho sentir la otra persona… ¿Estamos seguros?
Hace unos años (algo más de tres), escribía un post en mi blog personal donde me quejaba precisamente de esa idea de “no ser nada” que nos han metido entre pecho y espalda. Ahora, con algo más de formación y experiencia en temas de pareja, relaciones humanas y sexología, abro la sandía como profesional. ¿Realmente no somos nada?
Vivimos en una sociedad en la que preferimos enterrar nuestros sentimientos bajo el amparo de no ser nada porque nos da miedo enfrentarnos a ellos. Tenemos miedo al rechazo, se penaliza expresar nuestros sentimientos e incluso hay miedo a sentir más que el otro, a ser el que mande el primer mensaje mostrando algo más de ilusión de la debida. Y, por supuesto, esto impide que dejemos claros nuestros límites.
Nos envolvemos en una vorágine de división: por un lado, tengo sentimientos por una persona, sé lo que me gustaría tener con ella, hasta qué punto avanzar, qué le diría, me ilusiono cuando me escribe… pero por otro lado, está toda esa parte social en la que si me muestro vulnerable, pierdo una batalla que realmente no existe. Además, claro, del miedo a que no quiera lo mismo que yo y entonces ¿qué hago? ¿me quedo donde no me quieren como quiero que me quieran, o pongo mis límites por delante para permitirme tener lo que quiero y necesito?
Aunque la respuesta debería ser obvia, no lo es para todo el mundo, y menos cuando los sentimientos y toda la construcción que tenemos del amor se ponen de por medio.
Si no es el momento, no es la persona. Eso va por delante. Pero es que, si no tengo una conversación con esa persona, nos quedaremos en la tierra de nadie. Y a veces hay que coger el toro por los cuernos y tener una conversación incómoda para poder llegar a tener lo que quiero tener.
Por otro lado, no haber tenido una conversación y una etiqueta, no hace que esa relación sea menos vinculante. Aunque haya gente a la que le guste creer esto, realmente es como hacer el avestruz: enterrar la cabeza para no ver el peligro, dejando todo el cuerpo fuera.
No te ampares en el "no tenemos nada, no tenemos etiqueta", porque las etiquetas son nombres que ponemos a las relaciones que tenemos, no al revés. Las etiquetas son útiles cuando nos ayudan y ponen más fácil definir los vínculos, pero los vínculos no se definen por las etiquetas que pongamos, sino por lo que hacemos con ellos: los límites que ponemos, los sentimientos que tenemos, lo que necesitamos, cómo nos llevamos…
Algo que es obvio cuando nos imaginamos cualquier otro tipo de amistad, ¿por qué es tan complicado cuando hablamos de parejas? No tenemos conversaciones para empezar a llamar al otro “amigo” y a la vez sabemos lo que implica que otra persona empiece a involucrarte en tu vida. ¿Por qué no le damos la misma importancia cuando empezamos a involucrar a otra persona en nuestra vida en el lado sexual?
Repito: las etiquetas son nombres que ponemos a las relaciones que tenemos, no al revés.
“La ciencia moderna aún no ha producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como lo son unas pocas palabras bondadosas.” - Sigmund Freud
¿Crees que necesitas mi ayuda?
Poner límites es super dificil, más en un mundo que no nos enseña a hacerlo. Pero nunca es tarde si la dicha es buena.
Algunas de las cosas que se pueden trabajar son las dificultades sexuales, problemas con la comunicación o la confianza, el deseo, preocupaciones entorno a la pareja en general, rutinas y conflictos… Es algo muy, pero que muy común aunque en la sociedad se hable poco de ello.
Si crees que puedo ayudarte en consulta o para resolver alguna duda, solo tienes que ponerte en contacto conmigo o pide cita haciendo click aquí 💕
Recomendación de vuelta ✏️
Para mí, septiembre es como si fuese enero, el primer mes del año. Como doy clase y suelo tener vacaciones en agosto, mi estructura mental va en cursos escolares y no en años del calendario.
Esta vez, de cara a la rutina, en lugar de una recomendación en sí traigo una propuesta colaborativa. Leer el libro “Cartas Eróticas”, que recoge cartas íntimas de grandes figuras históricas. Una reencuentro con la historia y la erótica, ameno para empezar el curso. ¿Lo leemos juntas?