Reflexiones Imperfectas #2

El latido que no se da

#2. El latido que no se da

El 30 de enero de 2020 mi vida era diferente.

Estaba viviendo – momentáneamente - en Nueva York hasta finales de febrero a cambio de cuidar a unos perros. Me alojaba en el estudio de una chica que vivía al lado de Washington Square. Por algún motivo, le parecí la mejor opción a la hora de dejar que una desconocida se alojarse en su casa de papo y cuidase de sus dos peludos durante mes y pico.

Mi rutina por aquel entonces era muy sencilla: me levantaba, sacaba a los perros al recinto especial que había en el Washington Square Park, desayunaba y pasaba el resto del día fuera de casa haciendo turismo o escribiendo en alguna cafetería de la zona. La zona centro, coger el ferry, times square, cafés universitarios, cronut, la quinta avenida, pasear por la ciudad... Después, volvía a casa. Sacaba a los perros de nuevo, iba a comprar, hacia la cena y a dormir. Algunos días, daba una vuelta por la noche, iba a cenar fuera…

El 30 de enero de 2020, como el resto, hacía un frio que pelaba, y de la que salía de casa a las 8 de la mañana con los perros, con mi pijama verde fosforito, las botas y el abrigo, me fije en que a algún vecino del edificio le habían dejado el periódico. Todo muy americano. Y entonces fue cuando se me ocurrió subir El Story. Llevo acordándome de esta foto toda la pandemia.
 

Porque el 30 de enero de 2020 el coronavirus era una otredad. Era el “virús ese de china” que recordaba a la gripe A o algo parecido. Y ocupaba las portadas desde esa otredad. De aquella creíamos que era una gripe o un catarro sin maás, que debían estar exagerando. Poco sabíamos lo que el destino tenia preparado para todo el mundo mundial.

Estaréis hasta el coño de oír hablar del covid, así que no voy a hablar del covid. Mi reflexión va de que la vida te cambia en cuestión de un segundo. Mandas una solicitud sin esperanza alguna de que te cojan para cuidar perros en Nueva York a cambio de casa gratis, y de un momento a otro tienes que planificar un viaje de mes y medio. En un segundo pasas de tener todas las libertades del mundo a tener que pasar los próximos 3 meses encerrada en tu casa y a hablar de un virus durante dos largos años.

Y un segundo es lo que separa vivir de morir. Un latido que no se da. Y hay gente que se va sin previo aviso.

Con todas esas cosas, tu vida ha cambiado irremediablemente, sea durante el próximo mes y medio, tres años o para siempre. Como cantaba Mercedes Sosa “¡ay! ¡Todo cambia!”.
 

Y febrero va a ser de cambios. Febrero tiene pinta de ser un poco de luz. Tal vez, 2022 es un poco de luz en general. No solo para la pandemia, para todo. Nuevos pisos, nuevos trabajos, nuevas etapas. Nuevas oportunidades.

Quizás 2022 cura un poquito la falta de latidos, los estragos del covid y vuelvan los viajes. Quizás, realmente, todo cambie. A poder ser, a mejor.